Encontrar lo positivo en lo negativo: de eso se trata.
Por supuesto, todo tiene sus límites. Una profunda tristeza sin límites no es para nada saludable, sin embargo las tristezas con las que nos enfrentamos en nuestra rutina pueden enseñarnos muchísimo e impulsar a nuestra salud emocional.
Permítete sentir tristeza, manifiéstala. Aunque no lo creas, hablar, sacar lo que tenemos dentro nuestro puede ayudar a mejorar nuestra salud. De lo contrario, guardar las tristezas, no expresarlas, puede provocar que el cuerpo hable por nosotros.
Nos ayuda a encontrar el verdadero problema

Cuando una tristeza es constante o recurrente nos replanteamos muchas actitudes de nuestro día a día. La tristeza nos invita a pensar, a descifrar dónde está el problema y a saber qué hacer para ya no sentirlo más.
En la tristeza podemos encontrar claridad para el futuro, y eso es muy saludable para nuestra mente, corazón y cuerpo. Al menos somos conscientes de lo que nos hace mal.
Nos ayuda a madurar emocionalmente

Caerse está permitido, lo importante es levantarse. Cuando trabajas para derribar las tristezas, te sientes más fuerte emocionalmente y confías en que si fuiste capaz una vez, lo podrás ser una segunda o tercera vez. Así, caer ya no es tan temible…
Nos ayuda a disfrutar de las cosas verdaderamente importantes

En los momentos de tristeza vemos con mayor claridad las cosas que realmente importan y que nos hacen felices. Quizá no sea el mejor momento porque las vemos lejanas, pero si logramos fortalecernos emocionalmente y así vencer la tristeza, disfrutaremos al máximo de los seres queridos y las actividades que nos hacen felices.
Nos ayuda a impulsar la creatividad

La tristeza nos invita a pensar fuera de la caja, a encontrar variantes, es decir, a ser creativos.
¿Sabías que estar triste puede ser saludable? Encontrar lo positivo en lo negativo es muy importante. Tan solo tienes que hacer el esfuerzo y la tristeza no será tan grave, o al menos te ayudará a sembrar los cimientos para un futuro más feliz y saludable.